La historia se construye de diversas maneras, la que hoy nos convoca se nutre mayoritariamente de la tradición oral, la que fue pasando de boca en boca y se terminó transformando en un sentir local. El campo está lleno de leyendas, cómo no rememorar "La del Mojón". En esta oportunidad la realidad se interpone y se suaviza con la misma, los relatos de los veteranos del pueblo y los no tanto nos sumergen en una historia cargada de silencios y de sentires.
Aquellos que han investigado a este pueblo lo han hecho buscando sus raíces étnicas, a ese Pueblo Charrúa que dejó sus huellas en los habitantes, los cuales han sabido decir "no" ante la vorágine civilizadora. Pero no han puesto la mirada en un hombre que le dio el nombre a un pueblo, sustituyendo a la historia.
A finales del siglo XIX, cuando la estancia empresa y el Código Rural iban configurando un paisaje único: el de nuestra campaña, caracterizada por la introducción de las primeras ovejas con el objetivo de insertarnos en los mercados europeos, y la conformación de los pueblos rata; llegaba a tierras salteñas un comerciante: José Núñez, quien sería conocido por los vecinos como "Don Pepe". Inmigrante de la frontera, el cual se instaló en el denominado Cerro de la Virgen, acompañado de su hija y un ahijado. Viudo y acaudalado, decidió dedicarse al rubro comercial e instalar en el denominado Pueblo Charrúa un almacén de ramos generales. El lugar era el indicado, vista amplia y separado del pueblo por un paso (cañada). Los habitantes concurrían allí para surtirse de artículos de primera necesidad, ropa y para consumir algún que otro trago.
Se debe tener en cuenta que por aquellos tiempos la exigencia de la utilización de la libreta de peón rural "La de conchabo" como le llamaban, generaba miedos, ya que aquellos que no la tenían y eran interceptados por la policía rural debían cumplir su pena en el "Taller Nacional" o "de Adoquines", comentan que muchos preferían morir por la ley de fuga, que terminar sus días allí.
Ni que hablar lo que implicó el alambramiento de los campos y la medianería forzosa. Los hombres se vieron obligados a refugiarse en pueblos nacientes o como este caso en un asentamiento Charrúa, para evitar correr con la suerte mencionada y esperar la época de la parición o la matanza para "hacer changas" y llevar sustento a la familia. Las primeras majadas de merino comenzaban a recorrer la pradera salteña, los corrales de piedra y madera se imponían ante el avance lento del alambre. José Núñez encontró refugio en estas tierras, ya sea para calmar un gran dolor o para esconder un secreto muy oscuro, eso no lo podremos saber nunca. La causa de su llegada será siempre una gran interrogante que la historia no podrá desentrañar.
Rancho de chapa a dos aguas, una pieza grande dedicada al comercio y otra que oficiaba de dormitorio para los tres inmigrantes. La letrina al fondo para evitar olores. Un aljibe que, según cuentan escondía una gran pieza, de la cual no se conocen los fines y que el paso de los años se ha encargado de cubrir de agua.
El palenque de madera, siempre limpio para recibir el apero de los paisanos y dejar amarrado al caballo. Una barra amplia, atendida por "Don Pepe" siempre con cara sonriente y con ganas de entablar grandes charlas. Bigote prominente de color blanco, acompañado de una barba prolijamente cortada. Pantalones sujetos con tiradores sobre una camisa lisa, que solía alternar de colores. Los carros y carretas llegaban cada mes, cargando los enseres para aprovisionar el almacén.Se dice que llegó muy rico y que cuando se fue su fortuna se había acrecentado. Su hija, a la cual el paso del tiempo se ha llevado el nombre, irradiaba belleza, de cutis blanco y cabellos cobrizos. Se encargaba de los quehaceres de la casa y ayudaba a su padre en la venta y preparación de comidas caseras, las cuales eran un deleite de la paisanada. Lo mismo sucedió con su ahijado, se sabe que lo ayudaba en el almacén y en las tareas de campo. Era serio y tímido, un jovencito que al igual que su hija vinieron a hacer patria en el Pueblo Charrúa, como así se llamaba.
Los Charrúas se habían establecido allí, dejando un asentamiento que supo sobrevivir al paso del tiempo y que fue acompañado de los lugareños que iban haciendo de ese lugar su hogar, ya sea para evitar a la policía rural como para conformar un hogar para su familia mientras se iban a trabajar. Los restos de estos se han encontrado por doquier, tanto así que uno de los cerros del lugar lleva el nombre de Charrúa, dada la cantidad de boleadoras y puntas de flechas que estos primeros pobladores supieron dejar. José vivía por y para su hija, no veía más que dejarle una gran riqueza para que ella no tuviera que pasar ningún tipo de necesidades. Lo recaudado y lo que quedaba como ganancia, don Pepe sabía dónde guardarlo, escondido entre los árboles y otro poco enterrado en los lugares más extraños para que nadie los pudiera encontrar.
Cuentan los lugareños que don Pepe sufrió una de las traiciones más grandes que le podía pasar a un hombre de aquellos tiempos: su hija quedó embrazada y sin revelar quién era el encargado del acontecimiento. El comerciante no dudo un momento en mandar a su hija a Montevideo, acompañada de la fortuna que tenía guardada. Al pasar los días, en "el paso", se encontró enterrado a su ahijado. Don Pepe fue llevado por la policía y nunca más se supo de él. Se sabe que su ahijado murió durmiendo, una barreta en la cabeza acabó con sus sueños. Él era el padre del bebé que llevaba en su vientre y su padrino no se lo pudo perdonar.
Desde aquellos tiempos Pueblo Charrúa poco a poco se fue transformando en Pepe Núñez, ya que la paisanada acostumbraba a nombrar el paso con el nombre del comerciante, el cual sin quererlo y sin saberlo le fue ganando a la historia. Igualmente, los habitantes de ese lugar anhelaban volver a su nombre de origen, siendo su voz escuchada. Pese a la cartelería y el costumbrismo, las autoridades le han vuelto a dar el nombre de Pueblo Charrúa. Pero Don Pepe, como una picardía a la historia, sigue más presente que nunca.
Representan a un humilde comerciante familiar, que perdura en el recuerdo de antiguos lugareños. Durante la década de 1810 arriba a Uruguay desde la ciudad de "Como", Italia, un joven llamado Pietro Ambrosoni, junto a un hermano y dos primos; quienes se afincan en el entonces desolado territorio de la zona de San Antonio, ubicado al suroeste y al este de la ciudad de Salto.
Es una localidad rural a 20 km de la capital salteña, al sur del arroyo de San Antonio Grande, junto a la línea de ferrocarril que une las ciudades de Salto y Artigas. Por vía carretera se accede a través de la ruta 31 a la altura del Kilómetro 13.
El joven Pietro al radicarse construye primeramente un modesto rancho, que consta de dos piezas; una de cuatro paredes con ventana al costado y puerta hacia al frente de cuero, la segunda pieza se encuentra pegada a la misma, con abertura grande en simulación a baranda, de material Palo a Pique, con paredes de paja, fajinas en barro y techo de dos aguas. Dio comienzo a un pequeño comercio donde los pobladores podrán encontrar sus vicios: yerba, tabaco y diferentes licores, además otros productos como zapallo, boniato, choclo, charque, poroto, garbanzo.
También poseía una cancha de taba que era lo tradicional de la época, para entretenimiento de su visitante, que entre copa y copa se contaban sus hazañas.
De esta forma Prieto, con lo recaudado ahorraba para la construcción de una casa histórica de ramos generales, inaugurada en el año 1879. Allí estableció una panadería industrial, fábrica de dulces y fideos, producción de olivos, aserradero, venta de telas, surtidor de combustible y comercio de granos. También se recibían uva para la elaboración de vinos y grapas, se acopiaban cueros y lanas.
Se convirtió en la casa más importante de la zona donde se utilizaba el mecanismo de trueque y se emitían los bonos propios para su pago, además propiciaron que la casa se transforme en un proveedor de varios productos que eran procesados y vendidos principalmente en todo el norte del país.
En el año 1951 fallece su fundador y se paraliza la actividad. Al paso de muchos años, en 1992 su bisnieta decide remodelar y reabrir sus puertas como un complejo turístico rural, edificado en dos plantas rodeado en belleza natural.
Representan un Saladero de Carne y Cuero.
La Banda Oriental se constituyó en un territorio de desarrollo de la ganadería, luego de la introducción del ganado por parte de Hernandarias quien marcó el destino de estas tierras con base pecuaria.
En el transcurrir del tiempo se fue fortaleciendo el negocio de ventas de cuero a través de los diferentes puertos del Uruguay y el Plata, sin contar las enormes arriadas de ganado por parte de los bandeirantes que incursionaban en la frontera con el imperio portugués primero, y con Brasil a posterior.
Esto llevó al desarrollo de establecimientos dedicados a la faena de ganados.
Inicialmente, se comercializaban únicamente el cuero hasta que se desarrolló el mercado de la carne, sebo y crines, e incluso se comercializaba la harina de hueso y guampas, luego se depositaban en galpones abiertos para su posterior envío a los lugares de venta.
La carne se salaba y se estoqueaba. El charque fue uno de los productos principales de la exportación para puertos coloniales. En varios lugares se llenaban barriles de sebo o se rellenaban cueros cocidos con sebo para facilitar su trasporte. Esto se utilizaba para elaborar jabones y velas.
El medio de transporte de la producción se hacía en carretas, muchas veces tiradas por bueyes, las pulperías eran los lugares donde se recogían cueros y sebo en pequeñas cantidades, producto de la vaquería a campo abierto, y que muchas veces se canjeaba por productos para consumo como yerba, tabaco etc.
En el norte del país los saladeros y las vaquerías estaban asociados con las incursiones del sur del Brasil, pero también se transportaba a través del Río Uruguay. Dichos saladeros construidos en Corral de palo a pique para el encierro y a veces se colgaba para faenar o se faenaban en el suelo, luego los desolladores cuereaban el animal y se secaba al sol en varales.
Esto implicaba un gran movimiento de personal que incluía desde los que arriaban el ganado, los que controlaban los varales, lo que faenaban, los desolladores, los peones que estibaban, los transportistas y los capataces.
Este saladero fue construido en el año 1839 por la familia Claveríe en el paraje Paso de las Piedras del Dayman, se trabajaba solamente en verano con los meses de mucho sol, ya que la carne se salaba y se secaba al sol y después duraba años.
Representan el Fortín de Belén del año 1801.
Durante la época colonial los españoles construyeron puestos de control y vigilancia en varios puntos de la Banda Oriental. Hay registros de fortines en Belén, Salto, Arerunguá y Arapey, entre otros sitios.
Construido en un punto alto para permitir mayor visibilidad de territorio, con un cerco de palo a pique, en muchos casos con fosa perimetral.
En su interior se elevaba una torre de madera para vigilancia, corral de palo a pique para caballería, y ranchos de barro para polvorín, alojamiento de la guardia y el personal destacado.
CONCURSO COMIDA CRIOLLAS
Sandra Nicola
Valeria Alonso
JINETES
Andrés Falleti
Gastón Lamarca
Matias González
Gonzalo Rocha
Hamilton De Los Santos
Marcos Mac Eachen
Henry Dalmao
Andrés Sañudo
FLOR DEL PAGO
Anyi Rodríguez
TROPILLA
"La Malquerida"
Representaron un rancho de la familia de Don Patricio García (descendiente de españoles) y doña Juana Cardoso Montejo (descendiente de brasileros).
Se casaron en Yaguarón y tuvieron 10 hijos. Contrataron a dos maestras para la enseñanza de sus hijos, y también para los niños de otras familias del lugar.
Soy gaucho, y entiendaló Como mi lengua lo esplica: Para mi la tierra es chica Y pudiera ser mayor; Ni la víbora me pica Ni quema mi frente el sol."
- Martín Fierro